Translate

viernes, 10 de mayo de 2013

Capítulo 4 Gale


Me quedo paralizado.¿Que hace? Ayer mismo estábamos discutiendo por la estúpida razón de que yo tenía como 30 papeletas en la urna más que ella. Entonces si la odio tanto, ¿qué estoy haciendo?¿Porqué rodeo su cintura con los brazos y hundo mi cabeza en su cuello?
Al separarnos retrocede y mira al suelo,  no se ni qué hacer ni qué decir.
 -Esto... te traía fresas -me mira y se le iluminan los ojos
 -Gracias -coge la bolsa y tras pagarme se despide y se va.

Decido ir a casa porque me ha empezado a doler la cabeza y me siento mareado.
En cuanto llego me tumbo en la cama y sin cenar ni avisar a nadie me quedo dormido.

****
 -¿Sé pondrá bien? -oigo decir a mi madre
 -Hazelle, tu hijo está bien, la tensión de los Juegos ha podido con él pero está perfectamente.
 -Gracias, Allen, de verdad.
 -No es nada, puedes pedirme lo que quieras.
Abro los ojos y veo a un hombre salir de la habitación y a mi madre sentada al lado de mi cama.
 -¿Qué pasa? -digo y mi madre se sobresalta, no había notado que estoy despierto.
 -Gale... llevas tres días inconsciente.
 -¿Qué?
****

Mi madre me ha contado que al llegar a casa el otro día no había forma de despertarme. Y pasó un día. Y otro. No sabían que hacer y llamaron a Allen, un viejo amigo de mi madre cuyo padre era médico. 
Pese a los esfuerzos de mi madre por mantenerme en la habitación fui por agua y para mi sorpresa en la cocina había un hombre rubio de ojos azules y un montón de pan sobre la mesa.
Agradezco, de veras, que se preocupe por mi familia, pero él no es quien debe traer comida a esa casa.

Así que ahora mismo estoy detrás de un arbusto apuntando a un ciervo, si consigo cazarlo compensaré con creces los tres días pasados.
 Crack, crack, crack. Levanto la vista de mi presa y busco el posible origen del crujido. Crack. Cada vez suena más cerca. Oigo un rugido inconfundible.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Un oso.
Aggh mierda.

Solo he estado una vez en una situación así, y nunca solo, así que lo que hago creo que se llama... dejarse llevar por el pánico. Corro lo más rápido que puedo hasta el árbol más alto, tiro el arco al suelo y trepo, pero  el oso me ha alcanzado y está golpeado el árbol lo que hace que pierda el equilibrio, la rama se parte y caigo al suelo y escucho un chasquido. Miro mi pierna y está para atrás, de repente un terrible dolor me invade y siento que no puedo respirar, tanto que casi no oigo el oso que está a punto de echarse encima de mi.




2 comentarios: